Art by Sarel Theron |
(...)
No había caminos que recorrieran
los angostos y gélidos valles montañeses por los que cabalgaban.
«Aunque los
hubiera daría lo mismo —pensó Valiant—. Es más fácil encontrar una aguja en un
pajar que dar con un campamento en medio de estos bosques.»
El Bosque de los
Osos se extendía sobre la ladera de la montaña, que a veces veían a lo lejos
cuando encontraban un pequeño claro donde los árboles enrarecían. El resto del
tiempo estaban rodeados por los gigantescos pinos soldado y abetos de copa
amplia color verde grisáceo, que se alzaban sobre ellos imponentes, y cuanto
más se acercaban a las Montañas Heladas, por abetos de color verde plateado
cubiertos de nieve. A ras de suelo había cada vez menos vegetación, y podían
ver un manto de agujas color verde oscuro cubriendo buena parte del terreno.
Habían pasado
lagos de aguas azules y tranquilas, riachuelos largos que descendían de la
montaña, algunos estrechos y de poca profundidad, otros más anchos y
profundos... pero no conseguían encontrar ni rastro de algún campamento de gran
magnitud. Tampoco podían imaginar dónde podrían haber levantado un vivaque de
semejante tamaño, capaz de acoger un ejército de diez mil soldados, en medio de
aquella inmensidad boscosa que no parecía tener fin.
El color rojizo
y dorado de las hojas otoñales escaseaba cuanto más avanzaban hacia el norte.
El verano había terminado hacía un mes, y aunque unas cuantas millas más al sur
todavía estaba presente el otoño, allí el invierno se había apoderado de la
región casi dos meses antes de tiempo. La temperatura apenas se elevaba unos
cuantos grados por encima de cero durante el día, pero aquella tarde hacía
tanto frío en el Bosque de los Osos que posiblemente estaba por debajo de cero.
Al menos eso pensaron cuando alcanzaron otro riachuelo de aguas cristalinas, y
vieron que había una capa fina de hielo en la superficie. Valiant observó, además,
que en esa parte del bosque el silencio era mucho más profundo, y hasta cierto
punto tranquilizador, pues eso significaba que no había animales salvajes por
las cercanías. Hasta el momento lo que más habían temido eran los encuentros
con los fieros osos pardos, o con los lobos que a veces descendían de las
montañas. Por suerte, no se toparon con ninguno de los dos. Los únicos lobos que
había allí en esos momentos eran Maiwen
y Tornado.
«Quizás su
presencia mantiene a los demás animales salvajes alejados de nosotros», se dijo
Valiant cuando, al igual que los demás, trató de encontrar una explicación
lógica de por qué el bosque estaba tan solitario.
—Genial...
—escuchó de repente la voz de Trianna, cargada con su habitual mal humor—. Este
es el noveno arroyo con el que nos topamos. ¿Cuándo vamos a admitir que nos
hemos perdido?
—Ya te lo hemos
dicho, Trianna. No nos hemos perdido —Galadoriel se lo había explicado en más
de una ocasión aquella tarde, y lo mismo había hecho Nimue, pero la hija del
general Lumiere no quería aceptarlo—. Conozco los bosques mejor que nadie
—añadió la elfa—, y te aseguro que no estamos extraviados.
—En ese caso
sigo sin entender por qué llevamos horas caminando sin rumbo fijo, cuando ya
deberíamos haber encontrado ese campamento. Discúlpame si a estas alturas ya no
confío tanto en tus habilidades como exploradora.
Elhendor echó
los ojos por encima de la cabeza antes de intervenir en la conversación.
—No la pagues
con Galadoriel —dijo—. Todos estamos cansados de dar vueltas por este bosque
viejo, sombrío y gélido, pero ella no tiene la culpa.
—Exacto —asintió Will con brusquedad—. La culpa es de ese maldito hombre despiadado y cruel que se hace llamar a sí mismo señor y guardián de la provincia de Dunhold, (...)
Art by Cyril Tahmassebi |
Fragmento del Capítulo 18 (La Traición) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth. Puedes descargar
los cuatro primeros capítulos gratis aquí: http://cosminstarcescu.wix.com/leyendasdeerodhar#!empezar-a-leer/cogz
Este es tu blog, no? jeje! Ya te tengo fichado en mi lista :P
ResponderEliminarjaja si este es xD
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