jueves, 23 de octubre de 2014

Fragmento del Capítulo 16 (En misión diplomática) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth


(...) Los soldados que montaban guardia en la entrada les miraron con cara de pocos amigos, y por unos segundos Valiant creyó que les impedirían el paso; pero todo quedó en eso. Cruzaron al otro lado del rastrillo sin problemas. Galadoriel había llamado a Fenja, que hasta aquel entonces había estado surcando los cielos, para que se acomodase sobre su hombro. Al pájaro no le hizo mucha gracia, pero la elfa temía por la vida de su dracofénix, que podría ser atacado por los cientos de cuervos que sobrevolaban el castillo en aquel momento.

—Ahora entiendo por qué el emblema de los DeMordwell es un cuervo —murmuró Galadoriel, mientras barría los cielos con la mirada. El batir de las alas y el graznar de los cuervos resultaba insoportable—. Es la primera vez que veo tantos cuervos sobrevolando un castillo.

—Están nerviosos —observó Laurelinad—. Debe haber alguna razón para que estén tan agitados.

Hallaron la respuesta minutos más tarde, mientras pasaban al trote junto a la enorme plaza pública del castillo, que en aquellos momentos estaba repleta de gente y de gritos. Estaban presentes allí por lo menos la mitad de los habitantes de Dunhold: hombres, mujeres y niños, todos apretados alrededor de un enorme estrado de madera construido en medio de la plaza, mirando una de las escenas más horrorosas que uno podía imaginar. Algunos podrían haber dicho que aquello era una ejecución pública; pero tenía toda la pinta de una masacre general.

Valiant contó a ojo a doce ahorcados, ocho hombres atados a cepos de madera para ser humillados por los campesinos, y una fila de por lo menos quince o veinte hombres y mujeres encadenados, que iban de uno en uno hacía un tocón de roble viejo donde les esperaba un verdugo corpulento con la cara tapada. El filo oscuro de su hacha de gran tamaño estaba ensangrentado, y de vez en cuando arrancaba pequeños destellos de luz, sobre todo cuando la alzaba para decapitar a los condenados.

Los cuervos que sobrevolaban agitados el castillo se habían dado un buen festín hasta el momento con los doce desgraciados que murieron en la horca, y estaban esperando impacientes que el verdugo terminase su trabajo para poder continuar el banquete. Se habían comido los ojos, la lengua y la nariz de casi todos los ahorcados. En los que tenían el busto desnudo, se podía apreciar aquellas partes donde les habían comido la carne hasta el punto de que se podía ver el hueso.

   Algunos de los que estaban atrapados en los cepos habían tenido la mala suerte de que algún cuervo hambriento se les hubiera acercado para picotearles la cara. Al tener inmovilizadas las manos, lo único que podían hacer era gritar y suplicar a los soldados que montaban guardia alrededor del estrado para que se los quitasen de encima; pero los guardias no solo no les ayudaban, sino que encima empezaban a reír y a apostar entre ellos para ver quién perdía el ojo primero por el picotazo de algún cuervo.

(...)

Fragmento del Capítulo 16 (En misión diplomática) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth. Puedes descargar los cuatro primeros capítulos gratis aquí: http://cosminstarcescu.wix.com/leyendasdeerodhar#!empezar-a-leer/cogz

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