(...) El orco armado con un hacha se lanzó contra él,
rugiendo, con la guardia baja. La espada de Valiant le acertó de lleno en el
pecho, se oyó un crujido repugnante, y la sangre manó a borbotones de la
herida. Los otros dos mostraron intenciones de atacar al mismo tiempo. Uno
llevaba agarrada con firmeza en la mano una maza llena de pinchos, el otro
tenía el palo roto de una lanza y una daga de hoja corta. Valiant tomó posición
para enfrentarlos, cuando, entre la multitud de soldados, aparecieron de
repente dos lobos: uno de pelaje pardo y otro de un color más grisáceo.
Cada uno se abalanzó sobre un orco. El lobo pardo eligió al
de la maza con pinchos, quien cayó al suelo bajo el peso de aquella bestia de
ojos brillantes, haciendo gestos desesperados para golpear con su maza. El lobo
esquivó los golpes, después retrocedió enseñando los dientes, y finalmente se
abalanzó encima de su víctima, cerrando las mandíbulas en torno al brazo de la
mano con la que sujetaba la maza. El orco rugió de dolor y buscó la empuñadura
de una daga que guardaba en el cinto. En cuanto la encontró, desenvainó el
cuchillo e intentó golpear con todas sus fuerzas; sin embargo, el lobo pardo
pareció presentir el ataque, soltó el brazo de la presa por un instante, y
retrocedió con las fauces llenas de sangre y carne. El orco dio señales de
desvanecimiento, así que el lobo pardo aprovechó para atacar de nuevo, esta vez
desgarrándole la garganta a dentelladas.
A pocos metros de allí, el otro lobo de color grisáceo
estaba enzarzado en una pelea con el orco de la lanza rota y la daga de hoja
corta. Se había lanzado como una flecha contra él, derribándole y haciéndole
rodar varios metros por el suelo. Cuando el orco se levantó tenía al lobo
delante, con el hocico húmedo y rojo, y los ojos brillantes como si estuvieran
ardiendo en llamas. Valiant comprendió que aquel guerrero estaba muerto de
miedo, aunque intentaba mantener a la bestia, que rugía y enseñaba los dientes,
a la mayor distancia posible mediante el palo de asta roto por la mitad. No le
sirvió de nada. El lobo gris se lanzó encima de él, le hizo perder el
equilibrio y, cuando estuvo tumbado en el suelo, le desgarró el vientre a
dentelladas, mientras el orco lanzaba cuchilladas a ciegas y golpes
desesperados con el palo. (...)
Fragmento del Capítulo 11 (Ser William) de Leyendas de
Erodhar 01 - La Vara de Argoroth. Puedes descargar los cuatro primeros
capítulos gratis aquí: http://cosminstarcescu.wix.com/leyendasdeerodhar#!empezar-a-leer/cogz
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