LOS VALDRETH
Blasón:
Un
águila rampante con un anillo en el pico, sobre un fondo escarlata con bordes
dorados.
Historia:
La
soberanía de la casa Valdreth sobre las tierras de Landum, situadas al este del
arco montañoso conocido como las montañas del Valle de los Cien Lagos, se remonta a los primeros días de la
Segunda Edad. En aquel entonces eran solo un pequeño clan que formaba parte de
la estirpe de los Valn, una cultura de hombres que habitó las orillas del
inmenso lago Valn durante buena parte de los días de apogeo del Imperio de
Aqueronte, hasta que decidieron expandir su territorio y formar un reino propio.
La guerra contra los Puño de Hierro
Negro
Como
era de esperar, la caída del Imperio de Aqueronte trajo consigo numerosos
cambios a nivel territorial en toda la franja norte del continente de
Thaldorim, y aunque Landum nunca llegó a caer del todo bajo el yugo de
Aqueronte, tras la muerte del último emperador la región se convirtió en el
objeto de disputa de tres poderosas facciones: los Valn, cuyos dominios
ocupaban casi todo el territorio de la actual provincia de Landum, los Tangel,
uno de los clanes aqueroníes más poderosos que lograron sobrevivir tras la
caída del imperio y que dominaban las actuales regiones de Falk Rock, Eskyra y
Morthor, y, por último, los Puño de Hierro Negro, uno de los muchos clanes
enanos de las Tierras Altas de Modgard, cuyos deseos de expandir sus dominios
más allá de sus tierras se vieron incrementados con la caída del mayor imperio
de todos los tiempos.
Si
bien los Valn eran unos hombres orgullosos, de costumbres peculiares y
creencias religiosas distintas a los nórdicos de Tangel, había algo por lo que
ambas facciones se caracterizaban: el odio que sentían hacia los enanos. Un
odio que los llevaría a formar una alianza contra los más de 40.000 enanos
ávidos de sangre que en la primavera del año 152 de la Segunda Edad, cruzaron
las aguas del río Rhewl para lanzar un ataque directo contra los castillo de
Manryar y la ciudad de Valnyar; dos de los asentamientos más importantes que
poseían los Valn en la parte este de su territorio.
Aunque
la prioridad de Tangel, -tras haber consolidado su posición en Thaldorim las
décadas posteriores a la caída de Aqueronte-, era la de fomentar una economía
próspera y estable, para después empezar a expandir sus dominios hacia el sur,
su rey, Helfraugh, sabía que si los enanos lograban ocupar el territorio de
Landum, estos obtendrían el poder suficiente para invadir en un futuro los
territorios que él poseía. Por esa razón, y porque aún recordaba las
innumerables guerras que habían disputado contra los enanos por el norte de
Thaldorim durante los días de apogeo del Imperio de Aqueronte, decidió aliarse
con Fernir, el rey de los Valn, para rechazar a aquel molesto invasor y
enviarlo de vuelta a su territorio montañoso.
Fenrir
no recibió con los brazos abiertos la propuesta de Helfraguh, sobre todo porque
los Valn odiaban a los nórdicos tanto como los nórdicos los odiaban a ellos,
sin embargo, el odio hacia los enanos era aún más fuerte, y el que peligraba en
esos momentos era su reino, así que acabó por aceptar.
Ambos
reyes reunieron sus ejércitos y los lideraron en persona. Tras deliberar largo
y tendido, habían tomado la decisión de enfrentar a los enanos en un lugar que
les fuera lo más desfavorable posible. Acostumbrados a las zonas de alta
montaña, pensaron que los extensos campos silvestres y los bosques verdes del
este del lago Valn, serían zonas en las que los enanos se verían superados en
combate con facilidad; así que fue allí donde emplazaron sus tropas, al sureste
de Manryar, en una campiña donde había colinas y bosques por igual, para
esperar la llegada del enemigo.
Cuando
los enanos llegaron, los Valn ya habían desplegado sus tropas en lo alto de una
colina, en las cercanías de un bosque. La pendiente, no demasiado empinada, les
ofrecía cierta ventaja, pero no era una garantía. Por esa razón decidieron
emplear otro factor más: el de la sorpresa. Si bien los enanos destacaban por
su astucia, en ningún momento sospecharon que el rey de Tangel y el rey de
Landum, ambos enemigos mortales declarados durante mucho tiempo, formarían una
alianza contra ellos. Por tanto, no tenían ni idea que lo que les esperaba en
lo alto de esa colina y dentro del bosque, eran dos ejércitos en vez de uno
solo. Fenrir y Helfraugh decidieron utilizar aquello en su favor, manteniendo
todo el tiempo posible en secreto la presencia del ejército nórdico.
Así
pues, al atardecer de un día ventoso, con las barbas al viento y rugiendo como pequeños
lobos, los enanos, ataviados con armaduras de hierro y armados con grandes
hachas, mazas, lanzas y escudos, corrieron al encuentro de los valnerinos, con
una rapidez sorprendente para sus piernas cortas. A pesar de la inclinación del
terreno, los arqueros de Fenrir tan solo pudieron soltar tres ráfagas de
flechas antes de que los enanos chocaran contra el centro de su infantería. Nada
más hacerlo, los bravucones barbudos demostraron ser mejores guerreros que los
Valn, quienes cayeron en gran número y a mucha rapidez. Demasiada rapidez...
El
plan que habían trazado Fernir y Helfraugh, consistía en que la infantería,
junto con el apoyo de los arqueros de Valn, tendría que aguantar la envestida
de los enanos el tiempo suficiente para que la caballería de Tangel pudiera
rodear el campo de batalla por el bosque y posicionarse en la retaguardia de
los enanos, para así sorprenderlos y atraparlos entre dos frentes. Al ver todos
los hombres que había perdido nada más empezar el combate, el rey Fernir entró
en pánico e hizo sonar los cuernos de guerra mucho antes de lo acordado,
pidiendo la intervención inmediata del ejército de Helfraugh en la batalla, a
pesar de que no habían tenido tiempo suficiente para posicionarse debidamente.
Los
nórdicos acudieron a la batalla tal y como habían prometido. Al galope, con el
retumbar de las patas de los caballos y los gritos de guerra de fondo, atacaron
el flanco derecho de los enanos e irrumpieron entre sus ordenadas filas a golpe
de lanza y espada. Aunque sorprendidos, los enanos no se desanimaron en
absoluto ante aquella adversidad. Más bien todo lo contrario. Al ver a otro
ejército entero acudir para ayudar al que estaban atacando, algo despertó en su
interior e hizo que pelearan con más fuerza todavía. Aquella noche en el campo
de batalla había un mar de sangre, del que la tierra bebió con afán para saciar
su sed. Lo que no había era un claro vencedor de la batalla, pues ambos bandos
perdieron soldados en igual número.
Cuando
la luna subió en el cielo, los tres ejércitos se retiraron a sus campamentos. Helfraugh
y Fenrir se reunieron de inmediato para discutir los planes de ataque para el
día siguiente. Aunque este último estaba contento por haber logrado, en su
opinión, derrotar a los enanos, el rey de Tangel veía las cosas de otro modo. Para
él, aquella contienda había sido una derrota, ni siquiera un empate, como
indicaban los números, pues consideraba que, a pesar de que el enemigo había
perdido tantos soldados como ellos, los enanos eran un solo ejército, mientras que
ellos eran dos, y no habían conseguido infringirles el daño planeado, a pesar
de haber contado con el factor sorpresa. Por esa razón, Helfraugh sabía que los
enanos tenían todas las de ganar, así que exigió a Fenrir aceptar una serie de
términos, términos que al día siguiente ofrecería a los enanos para firmar la
paz.
Si
bien el rey de Landum se negó en un principio, pues aquellos términos
significaban perder buena parte de sus territorios orientales en favor de los
enanos, al final no le quedó más remedio que aceptar cuando el rey de Tangel
amenazó con llevarse sus tropas y dejar a los valnerinos solos para enfrentar
al enemigo.
Al
día siguiente, el rey Helfraugh izó la bandera blanca en medio del campo de
batalla y pidió audiencia a los enanos. El líder del clan enano, un tal Dunron Sin Corona, acudió a parlamentar. Fenrir
no abrió la boca en ningún momento. Los términos que Helfraugh ofreció a los
enanos eran mucho más que un simple insulto para él. Eran una ofensa
imperdonable, y lo único en lo que podía pensar era en la posibilidad de
obtener venganza algún día.
Como
era de esperar, los enanos aceptaron los términos ofrecidos por el rey nórdico,
y los tres líderes firmaron un tratado de paz que incluía la promesa de no
invadirse el uno al otro durante los próximos treinta años.
El Nacimiento de un nuevo Imperio
Decidido
a vengarse algún día, Fenrir regresó al hogar y lamió sus heridas. Durante los
próximos dos años no hizo nada más que forjar armas y armaduras, levantar
empalizadas y entrenar nuevos soldados. Cuando hubo rehecho su ejército, todo
en lo que pudo pensar fue en atacar a los enanos para recuperar los territorios
perdidos, y después marchar sobre Tangel para vengarse de la humillación
sufrida a manos de Helfraugh. Por suerte para él, no hizo ni una cosa ni la
otra.
Aconsejado
por el famoso hechicero de la época, Furmsvruhr, Fenrir volteó su mirada hacia
otro objetivo. Las vastas tierras de Larmarsh, Rawreth y Wormnar, -la actual
provincia de Hambrow-, estaban situadas al sur de Landum, y ofrecían grandes
riquezas y la posibilidad de expandir las fronteras. Dado que todas esas
regiones se encontraban en una situación de incertidumbre constante, debido a
que las formaban un gran número de pequeños reinos inestables que estaban
guerreando todo el rato entre ellos, Fenrir no titubeó e inició una invasión a
través del Bosque de la Bruma, para seguir conquistando los territorios bañados
por el río Rhewl, y terminar la campaña siete años después tomando las tierras
adyacentes al Bosque de los Susurros. El resultado de aquello fue el nacimiento
del primer imperio Valn: El Imperio de Landum.
La reconquista y saqueo de Dun
Morghdar
Nueve
años después de recibir las tierras orientales de Landum, como resultado del
tratado de paz, Dunron Sin Corona,
convertido en Dunron Corona de Hierro,
tuvo que regresar a sus tierras, en el corazón de las montañas de Morghdar,
para sofocar una serie de rebeliones encabezadas por dos de sus primos. Puesto
que Helfraugh tenía sus propios problemas en Tangel, debido a las constantes
guerras contra los clanes salvajes de las montañas del Valle de los Cien Lagos,
Fenrir vio aquella como una oportunidad única, irrepetible, no solo para
recuperar aquello que le pertenecía por derecho, sino también para invadir el
territorio de los enanos, ya que por todos era sabido que las montañas de
Morghdar encerraban en sus entrañas las joyas más valiosas que existían.
Dunron,
inmerso en la lucha contra sus primos, no pudo hacer nada para impedir que los
Valn retomaran sus tierras, ni logró impedir que saquearan la ciudad enana de
Dunskjär. Aunque después de aquello logró que sus parientes sublevados accedieran
a firmar una tregua para expulsar al invasor, era demasiado tarde. Los
ejércitos de Fenrir marchaban por territorio enano, directo hacia el corazón de
las montañas, Dun Morghdar, una ciudad que, según las leyendas, poseía en su
interior más oro que en todas las cortes de todos los reinos de Thaldorim.
Allí,
a lo largo de la ladera de la montaña y en el interior de las gigantescas
cámaras y los majestuosos salones enanos, tuvo lugar una de las batallas entre
hombres y enanos más grandes y sangrientas de toda la historia de Erodhar.
Algunos historiadores llegaron incluso a compararla con la batalla de
Siruun´Mar, donde, esta vez, enanos y humanos hicieron causa común contra el
yugo de Aqueronte.
La
victoria de los Valn sobre los Puño de Hierro Negro significó un momento
trascendental para el futuro del Imperio de Landum. Con los enanos fuera del
mapa, el único peligro para la hegemonía de los Valn en la zona era Tangel, sin
embargo, tras varias disputas con los clanes salvajes, y dos guerras contra los
propios Valn, el reino nórdico acabó por sucumbir cien años después de la
muerte de Helfraugh, quedando dividido en cuatro estados mucho más pequeños.
A
partir de ese momento, los Valn dominarían la zona centro oriental de Thaldorim
durante más de dos mil años.
El ascenso de los Valdreth
Entre
todos los clanes Valn, hubo uno que sobresalió por encima del resto de manera constante.
Señores de la ciudad de Talryar, situada en el extremo noroccidental del lago
Valn, los Valdreth se convirtieron en los guardianes de las fronteras
noroccidentales del imperio. Su lucha contra Tangel durante la segunda mitad
del siglo II y la primera del siglo III de la S.E., y contra los clanes
salvajes de las montañas del Valle de los Cien Lagos después, los propulsó,
generación tras generación, hasta los cargos más altos del imperio. Aunque
nunca, ningún miembro de la casa Valdreth llegó a ser emperador, siempre hubo
algún Máximo Consejero, Alto General o Diplomático Principal procedente de
dicha familia. Grandes riquezas y privilegios fue lo que recibieron como
recompensa. Sin embargo, tal parecía que, conforme los siglos pasaban y el
ascenso de los Valdreth aumentaba, el poderío del imperio disminuía, sobre todo
cuando, al atacar y anexionar la actual región de Falk Rock, atrajeron la
atención de los paladines del Martillo Celeste, quienes querían impedir a toda
costa que una nueva Aqueronte se alzara en el mundo.
Caída del Imperio e inicio de la
Época del Velo Negro
Debido
a la La Purga del Saber de
los Titanes, así como muchos otros largos periodos
indocumentados, se desconoce exactamente cuándo se desbarató el Imperio de
Landum, ni cómo se llegó a producir dicha caída. Lo único que se sabe con
certeza es que los paladines del Martillo Celeste y su principal aliado, el
Reino de Arnom, tuvo mucho que ver. Un antiguo tomo escrito por la novicia
Viviane, Crónicas de un Mundo de Luz y
Oscuridad, una serafín que vivió en algún momento durante los siglos cinco
y seis del tercer milenio de la S.E., cuenta que hubo una gran guerra que duró
varios siglos, y que al cabo de esa guerra acabó por sucumbir el Imperio de
Landum, fraccionándose en una veintena de pequeños reinos diferentes, algunos
liderados por descendientes de los Valn, otros caídos en manos de los clanes
salvajes.
Los siglos posteriores
a la caída del Imperio se conocen como La Época del Velo Negro, dado que no
existen datos concretos sobre los sucesos que tuvieron lugar.
El surgir del Reino de Landum
Hacia
el cuarto milenio de la Segunda Edad, el largo periodo oscuro conocido como La Época del Velo Negro
terminó, y en las grandes
bibliotecas volvieron a aparecer escritos que relataban la historia de los
reyes y sus reinos. Fue en esa época cuando surgió por primera vez el Reino de
Landum. Los escritos mencionan a un primer rey llamado Leofric I de la casa
Valdreth, descendiente de los Valn, que reinó desde el año 3748 S.E hasta el 3773
S.E, aunque no se supo la verdadera historia de este personaje hasta que se
descubrió el libro Vidas de Reyes y
Príncipes Tiranos, escrito por la serafín Aridianne en el 3989 S.E.
Uno
de los relatos del tomo cuenta cómo llegó este monarca al poder, tras más de
una década de guerras sangrientas contra dos de sus hermanos y aquellos barones
que los apoyaban. Al cabo de dichas guerras, que finalizaron con la muerte de
ambos contrincantes al trono, Leofric salió vencedor y fue nombrado rey de
Landum. Muchos de los barones que habían luchado contra él acabaron plantando
rodilla para suplicar el perdón. Leofric no solo los perdonó, sino que, para
mostrar el alcance de su benevolencia, les devolvió sus títulos y sus tierras. Además, para
celebrar la paz y su recién estrenado reinado, organizó un gran festín en su
castillo. Los barones acudieron, felices porque las cosas volvieran a ser como
eran antes de la guerra. Agasajaron al rey con todo tipo de regalos, tal y como
dictaba la tradición, y ocuparon sus asientos en el gran salón. Cuando
la velada estaba en pleno desarrollo y la música sonaba de fondo, un grupo de
soldados disfrazados como siervos del castillo, irrumpieron en la sala con sutileza, se
colocaron detrás de cada barón, sacaron dagas de las mangas y les cortaron el
cuello mientras el rey comía y sonreía. La historia de este hecho macabro se
extendió hasta todos y cada uno de los confines del reino, enseñando a nobles y
campesinos por igual a temer al nuevo monarca. Leofric logró de este modo
afianzar su trono para siempre, pues no dudó en otorgar muertes horribles a
aquellos que se atrevían alzarse en su contra, iniciando una dinastía de reyes
que duraría más de mil años.
La Guerra de los Titanes
Cuatro
años antes de la llegada de Valanor y su ejército, Landum se vio envuelto en
una guerra civil, (la dúo décima, a lo largo de mil años de historia de la casa
real de los Valdreth), que dejó el reino en una posición precaria y
extremadamente débil. Aunque el ganador de la contienda, el rey Kynegils,
dedicó sus primeros años de reinado para restaurar el poder perdido, no hubo
nada que hacer cuando el Nigromante llegó y arrasó la que era por aquel
entonces la capital: el castillo de Deira, situado en la Isla Corazón, del lago
Valn.
Mientras
Valanor proseguía su avance hacia los reinos del norte, conquistando todos
aquellos territorios que encontraba a su paso, (arrasando sus bastiones y ciudades),
Cenwalth, uno de los sobrinos del rey Kynegils, asesinado por Valanor en
persona durante la toma de Deira, logró huir hacia al oeste, refugiándose
durante dos años en el Valle de los Cien Lagos. A lo largo de su estancia allí
entabló amistad con uno de los jefes de los clanes salvajes de las montañas,
que en aquel entonces lo único que les quedaba de salvajes era el nombre,
logrando convencerle unirse a la Gran Alianza Nórdica, que se había reunido
para enfrentar al Nigromante. Si bien en un principio el jefe del clan se negó,
cuando las tropas de Valanor sometieron el Reino de Arnom y buena parte del
Principado de Dunhold, supo que tarde o temprano el Nigromante torcería su
mirada hacia el valle, y entonces la muerte y la destrucción vendrían a por
ellos. Así que reunió a los líderes de los demás clanes, y juntos marcharon a
la guerra. Como era de esperar, el líder de La Gran Alianza Nórdica, el rey
Valorian Nomenglaus, les dio la bienvenida y atribuyó el mérito de la llegada
de refuerzos al joven Cenwalth. Tras la caída del Nigromante, Cenwalth Valdreth
fue restituido en el trono de Landum, pero solo durante un breve periodo de
tiempo, pues enseguida se celebró el concilio de Alto Avlen, con el juicio y
condena de Valanor, durante el cual se creó el Reino Unido de Aldaeron. Cenwalth
se convirtió entonces en el primer señor de la provincia de Landum, iniciando
la construcción de su actual capital, Loend.
Actualidad:
Familia
de LORD CEDRIC VALDRETH, señor de la provincia de Landum desde el año 1447 de
la Tercera Edad.
—Su amante, JAYLA, una campesina de Loend de treinta
y dos años.
—Su hijo, ADDAM, nacido
bastardo, reconocido como hijo legítimo en 1453. Tiene dieciséis años.
Árbol Genealógico
(1174 - 1457)
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