martes, 19 de julio de 2016

05 La Casa Lintari

LOS LINTARI

Blasón:

El busto de un corcel marrón sobre un fondo bicolor, rojo y verde.

Historia:

El origen de la casa Lintari es, lo menos, un enorme misterio que los propios miembros de la casa se han encargado de mantener así a lo largo de su historia. A pesar de ello, no han faltado los rumores ni las fábulas, difundidas por medio de cuentos y leyendas populares.

Algunos de estos cuentos dicen que los Lintari provienen de una larga y antiquísima estirpe de criadores de caballos del sur, antiguos Señores de las Arenas de Khoradmar, antes de la llegada de los orcos del lejano continente de Sarhamud. Otros cuentos, difundidos por peores lenguas, dicen que descienden de una estirpe igual de larga e igual de antigua como la de los Señores de las Arenas, pero de mucha peor fama; la de los ladrones y los traficantes de caballos y esclavos, cuyo poder e influencia en los bajos y no tan bajos fondos de los reinos humanos del sur, sigue siendo igual de elevada incluso en el presente.

Por último, una de las versiones más extendidas entre las altas y bajas alcurnias del reino, dicen de los Lintari que eran grandes comerciantes, y entre los productos con los que comerciaban se contaban las sedas más finas y nobles, las amatistas más bellas que el hombre era capaz de extraer de las entrañas de la tierra, y los purasangre más fuertes y resistentes que podían ofrecer los grandes domadores de caballos. Fuera cual fuera la verdad, lo único realmente conocido por todo el mundo, nobles y plebeyos por igual, es que los Lintari consiguieron cosechar una gran fortuna hacia el undécimo siglo de la Tercera Edad; fortuna gracias a la cual pudieron comprar títulos nobiliarios para todos los miembros de su casa.

La Alianza con la Casa Nomenglaus

En el año 1160 de la Tercera Edad, la casa Lintari era la más rica y famosa de todo Silverton. Tal era su fama que, a pesar de no poseer tierras propias, se les consideraba una de las familias más importantes de todo el reino, y se les invitaba continuamente a asistir a los festejos organizados por el rey Vor Nomenglaus “El Terrible”. Fue precisamente en una de estas ocasiones especiales, y coincidiendo con que el rey había repudiado recientemente a la que había sido su segunda esposa, por no haber sido capaz de darle hijos, cuando la hermana de Tulio Lintari, -el que era por aquel entonces el cabeza de familia-, Cinzia, un mujer de gran belleza y virtud, captó la atención del rey. Dicen que Vor se enamoró de ella nada más verla, y que antes de acabar el banquete había pedido la mano a su hermano Tulio, quien no dudó en aceptar la propuesta, plantando así las bases de lo que tenía toda la pinta de ser el inicio de una alianza larga y próspera entre las dos familias.

El conflicto de la Boda Real

Tan sólo medio año más tarde, la Boda Real entre Vor y Cinzia se llevó a cabo en Andorath. En el banquete de la misma estaban presentes las más grandes, importantes y poderosas familias nobiliarias del reino. Entre ellas se encontraba la casa Doncaster de Silverton, por aquel entonces la casa reinante de la provincia del mismo nombre. Su líder y señor de la provincia, Cornelius Doncaster, había acudido acompañado por su esposa y sus dos hijos: Corwin, el heredero de Silverton, y la joven y hermosa lady Alyssa.

Al igual que Cinzia Lintari conquistó al monarca con su belleza en un banquete, la de Alyssa captó la atención de otro miembro de la familia real; de nada más y nada menos que el joven príncipe Wilburn Nomenglaus, hijo de Vor y su primera esposa, y por tanto, heredero al trono de Aldaeron.

Completamente hechizado por ella, Wilburn buscó su compañía a lo largo de toda la velada, y la chica, como era de esperar, satisfizo el capricho del joven príncipe. Bailó con él, compartió vino con él y charlaron durante horas sin saber que aquello iba a tener un desenlace nada agradable. Y es que, tal fue el encaprichamiento de Wilburn para con ella, que antes de que amaneciera pidió a su padre concertar su matrimonio con el padre de Alyssa, lord Cornelius Doncaster. El rey, que estaba de muy buen humor en compañía de su nueva esposa, y debido al estado de embriaguez en el que se encontraba, accedió e hizo la proposición delante de todos los presentes en la gigantesca sala del trono del castillo dorado de Andorath, a pesar de saber que la chica ya estaba comprometida con uno de los vasallos más importantes de lord Cornelius, lord Cormac Craig, señor del castillo de Klaven, quien también estaba presente en el banquete.

La casa Doncaster eran una de las familias de nobles más antiguas y de mayor tradición en el reino (habían sido una de las doce casas nobiliarias que firmaron la unión de los distintos reinos y principados del centro de Thaldorim bajo una única bandera, la del Reino Unido de Aldaeron), y por tanto se tomaban muy en serio los acuerdos y los pactos que cerraban con otros nobles. Por ello, lord Cornelius, habiendo dado su palabra de entregar la mano de Alyssa a lord Cormac, no tuvo más remedio que rechazar la propuesta del rey. Como era de esperar, a Vor no le gustó en absoluto la respuesta de Cornelius. A pesar de que este hubiera sido de lo más cortés y afable al explicarle los motivos de su rechazo, la ira de Vor fue brutal, no por nada se le titulaba El Terrible, pues señaló con el dedo a los Doncaster, los acusó de irrespetuosos y de haber deshonrado el apellido Nomenglaus, y, por último, los expulsó de su castillo como si fueran unos vulgares plebeyos.

El ascenso al poder de los Lintari

A pesar de todas sus riquezas y su nueva posición privilegiada en el seno de la corona, (el rey le había otorgado el cargo de Gran Maestre de la Moneda), Tulio Lintari ansiaba por encima de todo poseer sus propias tierras y su propio castillo, así como gobernar algún día sobre la provincia de Silverton, cuyo valor, gracias a las grandes vendimias y granjas del sur, era incalculable.

Cuando Vor expulsó de Andorath a los Doncaster, supo que no se le presentaría una mejor ocasión que aquella para intentar hacerse con el control de la capital de la provincia. Así que el viejo zorro Lintari contrató los servicios de una compañía de mercenarios, compró la lealtad de algunos de los nobles más importantes de Silverton, como los Barrow de Castillo Barrow, los Royce de Cresson o los Ethelred de Farid, y asaltó la plaza fuerte de los Doncaster de la ciudad de Silverton; en plena noche y con una tropa menor, para tomar por sorpresa a la guarnición del castillo.

A pesar de la sorprendente y bien llevada a cabo estrategia del enemigo, lord Cornelius logró movilizar a sus tropas y defender la ciudadela durante algunas horas, hasta que comprendió que no podían ganar aquella batalla, momento en el que decidió huir junto a su hijo Corwin y su hija Alyssa por uno de los muchos túneles y pasadizos secretos que había construidos bajo el castillo. Desprovistos de su hogar, los Doncaster se refugiaron en el castillo de Klaven, con sus aliados los Craig, donde Cornelius redactó un edicto mediante el cual declaraba a los Lintari y a sus partidarios traidores. Un edicto que envió a Andorath junto con una carta para Vor, pidiendo al monarca acudir al sur con el ejército real para devolver la paz del rey a la provincia e imponer los castigos pertinentes a los insurgentes. La petición no sólo no fue satisfecha, sino que, además, el rey, persuadido por su esposa, declaró como falsas las acusaciones de Cornelius hacia los Lintari, y nombró como nuevo señor de la provincia de Silverton a Tulio.

El inicio de la Guerra por Silverton

Humillado por segunda vez en menos de un año por el rey Vor, Cornelius Doncaster maldijo a los Nomenglaus y decidió tomarse la justicia por su propia mano. Sabía que el único modo de recuperar aquello que le pertenecía por derecho era venciendo a los Lintari en combate, y para ello tenía todas las de ganar, pues aún contaba con el apoyo incondicional de aquellos señores, grandes y pequeños, que no se habían dejado comprar por el oro de Tulio. Junto a su hijo Corwin y con ayuda de lord Cormac, concertó una reunión secreta en Yeofort, el castillo de los Willhard, donde acudieron, para su grata sorpresa, más de la mitad de los nobles de la provincia de Silverton. Entre todos reunían una fuerza de más de treinta mil hombres, lo cual les entregaba una gran ventaja sobre los Lintari, cuyo ejército apenas si alcanzaba los veinte mil soldados.

Puesto que el invierno estaba al caer, el punto más importante por tratar a lo largo de la asamblea, aparte de planificar la campaña contra los Lintari, fue la de asegurar la cantidad necesaria de víveres para alimentar al ejército. Para ello resultó de gran ayuda la presencia entre sus aliados de lord Marcus Terrel, señor del castillo de Sidway y las tierras de las grandes vendimias del sur, y de lord Helmuth Wedston, del castillo de Langfort, señor de Vega Silvestre. Entre los dos dominaban las tierras más prósperas de la provincia, que producían más de la mitad del grano y la uva anual.

Tulio Lintari, por otro lado, sabía que tenía que jugar sus cartas a la perfección si quería conservar su recién estrenado título nobiliario y, sobre todo, si quería conservar la cabeza al cabo de aquel conflicto. Su mejor baza era el apoyo del rey y sus riquezas, así que gracias a ello firmó un tratado con la casa Conwell, señores de la provincia Valle del Sol, quienes les proporcionaron, a cambio de una sustanciosa cantidad de oro, los víveres necesarios para alimentar a su ejército durante al menos un año completo.

Resuelto ese dilema, a continuación las intenciones de Tulio eran las de esperar a que pasara el invierno, para después lanzar un ataque contundente contra las tropas de Doncaster y obligarlos a retroceder hacia el sur, hacia las montañas, para aislarlos y dejarlos enfrentar adversidades. Por desgracia, sus planes se vieron frustrados cuando Cornelius Doncaster hizo un movimiento de lo más ambicioso y asedió el castillo de Barrow.

Puesto que la plaza fuerte de sus aliados, los Barrow, estaba a muy pocas leguas al sur de la ciudad de Silverton, y la pérdida de la fortaleza podría significar un desastre, Lintari movilizó a sus tropas y partió para atacar a los Doncaster. Corría la primera quincena del nuevo año, un nuevo año azotado por ventiscas y nevadas constantes, cuando los dos ejércitos chocaron por primera vez. Cornelius Doncaster había esperado ese movimiento por parte de Tulio, y por tanto formaba parte de sus planes, lo que no se esperaba era que el ejército de los Lintari, formado en su gran mayoría por mercenarios, luchara del modo en que lo hizo, ni que los elementos les favoreciera a ellos. Y es que las tropas de Lintari no sólo resistieron las oleadas sucesivas de los albarderos y los lanceros enemigos, sino que lograron romper su formación, haciéndolos retroceder de manera desorganizada, lo que le permitió a Tulio enviar a su caballería para acosar los flancos enemigos y acabar con rapidez con buena parte de sus arqueros.

Cornelius tuvo que renunciar al asedio y retroceder hacía el sur, para reorganizar sus tropas y lanzar un nuevo ataque desde una posición de poder. Para ello necesitaba tiempo, así que cruzó el río Alto y posicionó a lo que le quedaba de sus arqueros en la orilla sur para que el enemigo no pudiera seguirle. Por desgracia para él, las fuertes nevadas y ventiscas dificultaban la visibilidad, y a duras penas podían ver lo que sucedía en la otra orilla del río. Tulio sabía eso, así que aprovechó la situación en su favor. Colocando su infantería en la orilla norte del río, envió a la caballería a cruzar el río por un vado situado más al oeste, y sorprendió a los arqueros de Cornelius atacándolos por detrás. Fue una masacre.

La contraofensiva

Derrotados y sin arqueros, los Doncaster y sus aliados se vieron obligados a retroceder hasta Yeofort. Por desgracia, el castillo de los Willhard no destacaba por la robustez de sus defensas, y Cornelius sabía que Tulio no dudaría en asediar la fortaleza si se refugiaban en ella, así que siguieron la orilla del Lago de Cristal hasta el castillo de Hattin. Era más grande y robusto, y contaba con las defensas necesarias para resistir un asedio de larga duración. Además, tenía fama de no haber sido conquistado nunca, lo que haría a cualquier comandante pensárselo dos veces antes de lanzar un ataque directo contra sus murallas, así que Cornelius decidió acampar allí para esperar a que finalice el invierno y se vayan recuperando sus heridos.

Tulio, motivado por su gran victoria, prosiguió hacia el oeste y se hizo rápidamente con el control del castillo de Yeofort y el Embarcadero de Klaven. Pocas semanas después obligó al castellano de lord Cormac a rendir el castillo de los Craig. Para ello no empleó la fuerza, tan sólo la amenaza de asaltar la ciudadela y pasar por el cuchillo a todos los habitantes, ya fueran hombres, mujeres o niños. El resultado de aquello fue el control de toda la zona oriental del Lago de Cristal, pues además contaba con la plaza fuerte de Cresson, el hogar de sus aliados los Royce. Lo que en un principio parecía el inicio de una guerra de larga duración, se había convertido en una guerra que estaba a punto de terminar.

La batalla de Hattin (1161 T.E.)

A Tulio le bastaba con volver a vencer a los Doncaster una vez más, y sin duda alguna la mayoría de los nobles que los apoyaban terminarían por rendirse o incluso por cambiar de bando, lo que significaría el fin de Cornelius y su hijo Corwin. Así que preparó todo para atacar Hattin en cuanto acabasen las nevadas. Sabía que era un movimiento arriesgado, por esa razón procedió con mucha cautela. Lo primero que hizo fue enviar algunos grupos reducidos de hombres para cortar las rutas de suministro de los Doncaster, y después movió su ejército hasta las cercanías del castillo de Hattin, donde levantó un campamento y puso la plaza fuerte bajo asedio.

Pocos días después de que las tropas de Tulio rodearan Hattin, las puertas del castillo se abrieron y el ejército de Cornelius abandonó la protección de sus murallas. Tulio no pudo sino celebrar aquel movimiento por parte de su enemigo, pues enfrentarlo en campo abierto era el mejor regalo que le podría haber hecho. Así que atacó a Cornelius de frente, convencido que aquel sería el final de la guerra. Grande fue su sorpresa cuando descubrió que otro ejército enemigo los estaba cercando por la retaguardia. En su desesperación por derrotar a los Doncaster de una vez por todas, no había contado con la astucia de Cornelius, quien un par de semanas antes de que Tulio llegara con su ejército, había enviado a su hijo Corwin junto a la mitad de sus hombres al sur, a las montañas, donde, a marcha forzada, dieron un rodeo de varias decenas de leguas para posicionarse justo detrás del ejército de Lintari, en el pequeño pueblo de Colina Cuervo.

La batalla duró un día entero. A pesar de no poseer arqueros, Cornelius utilizó su infantería para causar estragos entre las filas enemigas. Más de siete mil de los soldados de Lintari perecieron aquel día en los alrededores de Hattin, y otros dos mil se convirtieron en prisionero antes de caer la noche.

Tulio, por otro lado, al verse rodeado y sin posibilidades de vencer, tomó una decisión inesperada. Sacrificó la mitad de su ejército, dejándolo a merced de la infantería pesada de Cornelius, y lideró la otra mitad contra las tropas de Corwin. Aquella era una estrategia de todo o nada, ya que, si no lograba romper las líneas enemigas, acabaría siendo prisionero o muerto. Por suerte para él, la fortuna volvió a sonreírle cuando sus hombres lograron herir y capturar a Corwin, lo que desmoralizó las tropas enemigas lo suficiente para atravesar sus defensas y huir con lo que le quedaba de su ejército (poco más de cinco mil hombres), de vuelta a Silverton.

Dos días y dos noches

La batalla de Hattin cambió drásticamente el curso de la guerra, y todo podría haber terminado pocas semanas después, cuando Cornelius se dirigió con sus tropas para sitiar la ciudad de Silverton. Sin embargo, en vez de obligar a Tulio Lintari a rendirse, ahora tenía que negociar con él por la vida de su hijo Corwin.

Como era de esperar, Tulio se aferró a esta última baza para ganar tiempo. Su ejército estaba en clara inferioridad numérica, así que amenazó a Cornelius con cortar la cabeza de su primogénito si asaltaba la ciudad. Cornelius, por otro lado, prometió a Tulio perdonar su vida y permitirle marchar en el exilio, si rendía la ciudad pacíficamente y dejaba libre a su hijo. Le otorgó dos días y dos noches para pensar en su oferta y tomar una decisión. Al alba del tercer día, si rechazaba su propuesta, atacaría la ciudad y mataría sin piedad a Lintari y a todos sus aliados, siendo el castigo para Tulio aún peor que la mera muerte, si se atrevía a hacerle daño a Corwin.

Tulio se pasó los dos días y las dos noches en vela, reflexionando sobre lo que debía hacer, y lamentando por haber llegado a verse metido en esa situación. A pesar de sus dudas, había una cosa que tenía clara. No podía rendirse, no podía perder todo lo que había ganado, así que ordenó a sus hombres construir una pira en lo alto de la muralla, y mandó a atar a Corwin a ella. Cuando rompió el alba y Cornelius acudió para escuchar la decisión de Tulio, vio a su hijo en lo alto de la pira, atado a una estaca y rodeado por cuatro hombres armados con antorchas. Tulio estaba apoyado en el matacán de la muralla, con una sonrisa en los labios.

“—Así que has elegido la muerte para ti y para tus hombres —le dijo Cornelius con rabia, al ver aquello.
—He elegido vivir —le contestó Tulio, sin perder la sonrisa—. Y te ofreceré la misma elección a ti. Planta rodilla ante mí, reconoce mi soberanía sobre la provincia de Silverton, y júrame vasallaje. A cambio dejaré con vida a vuestro hijo y os permitiré marcharos. Seguiréis siendo nobles, pero no tendréis tierras. Tenéis dos días y dos noches para decidiros.”

Cuando Tulio se hubo marchado de la muralla, Cornelius regresó a su campamento, reunió a sus aliados y les pidió su opinión. No hubo ni uno que le aconsejara dejar morir a su hijo, pero tampoco le incitaron a hacer lo contrario, así que fue Cornelius, y sólo Cornelius, quien tuvo que tomar la decisión. La más difícil de toda su vida.

Al día siguiente desplegó su ejército y atacó la ciudad.

El príncipe y la reina

Sorprendido por la decisión que había tomado Cornelius, Tulio se dispuso para defender las murallas de la ciudad, y estuvo a punto de ordenar a sus hombres quemar vivo a Corwin, cuando unos cuernos de guerra resonaron en la lejanía. Poco después hizo su aparición en lo alto de la colina adyacente a la ciudad, un ejército que portaba los estandartes del rey: cuatro mil caballeros de la Guardia de Honor, quince mil infantes y seis mil arqueros. El ejército real completo.

Al frente del ejército iba, además del príncipe Wilburn, la reina Cinzia, así que Cornelius comprendió al instante que aquel ejército no estaba allí para intervenir por su causa. Al contrario, estaba allí para acabar con los Doncaster y asegurarse que los Lintari ganaban la guerra. De modo que no le quedó más remedio que reconocer su derrota. Acudiendo ante la muralla donde estaba Tulio, se arrodilló reconoció a los Lintari como los nuevos señores de la provincia de Silverton. Después les juró vasallaje.

Desde entonces y hasta el día de hoy, los Lintari han sido los nuevos señores de la provincia de Silverton. Los Doncaster, aunque humillados y desprovistos de todo su poder e influencia, lograron recuperarse con el paso de las décadas. Construyeron un nuevo hogar para sí mismos, un castillo al que llamaron Bellefort, y en el presente son la segunda casa más poderosa de la provincia de Silverton, después de la casa Lintari.

Actualidad:

Familia de LORD MARCO LINTARI, señor de la Provincia de Silverton desde el año 1442 de la Tercera Edad.

Su esposa, [LADY ARIENNE] de la casa Barrow, muerta por enfermedad en 1444, a la edad de treinta y dos años.

Su hija, LADY AERYN, de veintidós años, es la heredera de Silverton.

—Su madre, LADY RIHIELLE, de la casa Rew, de sesenta y nueve años.

Hermanos:
JONES, de cuarenta y dos años.
MARGE, de cuarenta años.
JAIME, de treinta y siete años.

—Sobrinos:
—Por parte de Jones:
ROWLAND, de quince años.
LORA, de doce años.
—Por parte de Marge:
MELBA, de catorce años.
MARLEEN, de doce años.
—Por parte de Jaime:
LYN, de dieciséis años.
SHARLEEN, de diez años.
ALYSSA, de ocho años.

Árbol Genealógico
(1200 - 1457)
Link: http://sia1.subirimagenes.net/img/2014/08/13/140813095427657802.jpg

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2 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Como no sé si llegué a presentarme cuando te seguí, aprovecho el momento. Soy Yersey Owen, también pertenezco a la Asociación Blogger y es un placer estar por aquí.

    Muy currada la descripción de la casa. Buen trabajo. ;)

    ¡Saludos!

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    Respuestas
    1. Hola Yersey, mucho gusto. Gracias por pasarte por mi blog y por seguirme.

      Un abrazo!!

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