LOS RIBEDWALD
Blasón:
Una
ciudadela plateada sobre un fondo azul celeste.
Historia:
Los
inicios de la casa Ribedwald se remontan al siglo 24 (alrededor del 2300), de
la Segunda Edad, una época marcada por las innumerables guerras entre elfos y
humanos. Por aquel entonces los Ribedwald eran una simple casa menor que rendía
pleitesía a los Sindar, la casa reinante del Reino de Sindoria. Su hogar era la
pequeña ciudad de Tisbury, -situada en el extremo noroeste del reino, cerca del
bosque de Fargir-, y cuyo sustento se debía sobre todo a una enorme cantera que
surtía al resto del reino con las piedras necesarias para levantar nuevas
ciudades y castillos.
Durante
casi un siglo, el único deber de los Ribedwald fue el de velar por la seguridad
de la cantera y asegurar la extracción de la piedra que los Sindar requerían
para erguir sus fortalezas, pero con el paso del tiempo se convirtieron en
mucho más. Aprendieron el oficio de la arquitectura y pasaron de extraer la
piedra a moldearla y emplearla para levantar edificios. Fue entonces cuando
comenzó realmente el ascenso de la casa Ribedwald, con el nacimiento de Declan
el Constructor en el año 2423 de la Segunda Edad, famoso por diseñar y erigir
algunas de las construcciones más bellas, sólidas e imponentes del Reino de
Sindoria.
Entre las más importantes destacan, sin duda, la
construcción de la Torre Negra de Ashfort (2447 S.E); la construcción de los
puentes de Vado Ashwick (2455 S.E), Vado de Piedra (2456 S.E), Vado de la Bruma
(2458) y Vado Carmesí (2459); la reconstrucción del castillo de Sindor (2470
S.E), capital del Reino de Sindoria en aquel entonces; la construcción de la
muralla de Tisbury (2476 S.E); y el diseño de la Catedral de Fiorencia (2480).
Aunque esta última no logró ver, ya que murió al año de que se iniciara la
construcción, su nieto Dorian logró terminarla setenta años más tarde.
La Primera Invasión de los Hildar
Región de Sindoria 2430 S.E
Hacía
el año 2430 de la Segunda Edad, el Reino de Sindoria se extendía desde las
orillas del río Brazo Sur hasta el desierto de Anun´Parth, y desde el bosque de
Elodriel hasta la cuenca del río Dondarrión. La supremacía de los Sindar era
por aquel entonces innegable, ya que regían un reino próspero, sólido y extenso,
sin embargo, en el este había un reino igual de poderoso e igual de próspero,
con grandes planes de conquista: El reino elfo de Hildar.
Durante
las décadas anteriores los Hildar y los Sindar se enfrentaron en varias
ocasiones, pero nunca fueron más allá de simples refriegas y saqueos a lo largo
de la frontera que separaba los dos reinos. No hasta el año 2436 de la Segunda
Edad, cuando un ejército de 20.000 elfos liderados por su propio príncipe y
heredero al trono, Magwyn Hildar, invadió el Reino de Sindoria y quemó la
ciudad de Shirwell. Aquel acontecimiento desencadenó La Primera Invasión de los Hildar, que duraría casi 20 años, y que
terminaría tras la batalla de Sindar en el año 2454 de la Segunda Edad.
Aunque
lograron vencer a los Hildar, obligando a Magwyn a regresar a la capital del
reino, Gromhildar, con el rabo entre las piernas, la situación en la que se
encontraban los Sindar al cabo de la guerra era una muy desagradable. La guerra
había dejado a su paso un gran número de muertos, muchas ciudades quemadas, y
la propia capital estaba en ruinas. Las arcas del reino habían quedado vacías y
el comercio tardaría mucho tiempo en reanudarse, así que lejos de celebrar el
haber expulsado a los invasores, los sindorianos se prepararon para enfrentar
una época de escasez y más muerte.
Por
muy mal que estuvieran las cosas durante los años siguientes, no todos los
sindorianos lamentaron aquella situación, pues resultó ser de lo más fructífera
para los Ribedwald. Aunque su feudo era uno humilde -tan sólo habían aportado
100 hombres de armas a la contienda y varios carros de grano-, la fama que
había cosechado Declan como constructor al levantar la Torre Negra de Ashfort, llamó la atención del rey Higor Sindar,
quien le encargó la reconstrucción del castillo de Sindor. Declan no dejó
escapar esta gran oportunidad que se le había presentado, y fue mucho más allá.
Convenció al monarca de que la reconstrucción del castillo podía esperar, y que
la clave para levantar la economía del país residía en construir carreteras que
permitiera a los comerciantes desplazarse más rápido, y vados sobre el río
Dondarrión y sus afluentes que permitiera comerciar con los reinos situados al
norte y este de Sindoria. A falta de otras ideas mejores por parte de sus
consejeros, Higor decidió seguir los consejos de Declan, y en pocos meses
empezaron a verse resultados.
Gracias
a la construcción de vados y carreteras el comercio volvía a funcionar después
de mucho tiempo, llenando las arcas reales y permitiendo así iniciar la
reconstrucción del castillo de Sindor. Declan decidió, no solo reconstruirlo
tal cual había sido, sino mejorar su diseño y sus defensas de tal modo que, en
caso de un segundo asedio, no resultara tan fácil caer en manos enemigas.
Aquello aumentó su reputación, que ya había alcanzado cuotas muy elevadas ante
los ojos del rey, y fue nombrado Gran Maestre Constructor del reino y Primer
Consejero Real. De ese modo los Ribedwald pasaron de ser una pequeña y modesta
casa nobiliaria, a ser una de las casas más importantes, ricas e influyentes
del reino de Sindoria.
La Segunda Invasión de los Hildar
Derrotado
y humillado, Magwyn Hildar regresó ante su padre cabizbajo, desenvainó su
espada élfica y se la ofreció al rey junto con su vida. Tal y como dictaba la
tradición de los elfos, se merecía morir como castigo por su derrota ante los Idh´Sahar, como llamaban a los humanos
en su idioma, pero el rey no estaba dispuesto a asesinar a su único hijo, con
su propia espada, así que en vez de decapitarle decidió perdonarle y restituir
sus títulos. Aquello enfureció a Magwyn, quien lejos de considerarlo una bondad
lo consideró una ofensa, una humillación. Llamó cobarde a su padre, le dijo que
era indigno de ser rey, y empleó la misma espada que le había entregado y le había
sido devuelta, para matarle. Después ocupó su trono.
Aunque
no había nada que Magwyn deseara más que volver a invadir Sindoria y obtener
venganza contra los humanos, tras convertirse en rey se vio obligado a
enfrentar la cólera de Aldegman, rey de Daelniar y hermano de su difunto padre,
quien quería vengar la muerte de su hermano y arrebatarle el trono a Magwyn. Este
conflicto tuvo a los elfos de Hildar y Daelniar inmersos en una serie de
guerras largas y sangrientas durante varias décadas, tiempo que Sindoria
aprovechó para recuperarse del todo, y los Ribedwald para seguir aumentando sus
riquezas y su influencia dentro del seno de la corona. Los descendientes de
Declan construyeron más vados y castillos, irguieron estatuas, templos y
catedrales, y durante casi un siglo y medio Sindoria prosperó. El mal causado
por los elfos quedó en el olvido, pues ninguno de los hombres que lo habían
sufrido seguía ya con vida.
Hacía
el año 2595 de la Segunda Edad, habiendo derrotado y matado a su tío Aldegman,
Magwyn al fin podía volver a dirigir su atención hacía el Reino de Sindoria.
Esta vez, sin embargo, decidido a esperar y preparar con cuidado la invasión. La
edad y la experiencia de las guerras pasadas le habían vuelto mucho más cauto y
concienzudo, así que no se puso en marcha hasta asegurarse tener las fuerzas
suficientes para derrotar a los sindorianos. Fue en la primavera del 2601 de la
Segunda Edad cuando inició su guerra; la definitiva; La Segunda Invasión de los Hildar.
Corría
el segundo año de reinado de Ainur Sindar, un rey muy joven y enfermizo, cuando
las tropas de Magwyn invadieron Sindoria por el suroeste, donde atacaron y
quemaron varias aldeas. El ejército sindoriano acudió de inmediato al encuentro
del enemigo, y hacia finales de año los enfrentaron en la batalla campal de
Fidrock. Aunque Magwyn tenía menos de la mitad del ejército que tenían los
humanos, (cerca de 30.000 soldados), los
elfos pelearon como nunca aquel día y vencieron, obligando al rey Ainur dar
media vuelta y retirarse a Sindar con los supervivientes.
Aquella
victoria tan aplastante le dejaba a Magwyn el camino libre hacía Fiorencia, así
que, tras pasar el invierno en Gromhildar, su ejército se plantó ante los muros
de la ciudad más grande e importante de Sindoria y la puso bajo asedio. El rey
Ainur había aprovechado el invierno para reagruparse y rehacer su ejército, de
modo que con la llegada de la primavera estaba preparado para marchar hasta
Fiorencia y volver a atacar a Magwyn, como exigían los demás nobles. La
importancia de la ciudad dentro de la economía del reino era vital, y no podían
permitir que cayera en manos de los invasores, sin embargo, el Primer Consejero
del rey, Reimund Ribedwald, el bisnieto de Declan, tenía otros planes. Famoso
por su astucia más que por sus conocimientos como constructor, ofreció al rey una
alternativa inesperada e intrépida que Ainur no dudó en aceptar, pues al igual
que sus antecesores confiaba ciegamente en los Ribedwald y sus consejos. Así
pues, muy a pesar de las quejas del resto de nobles, el rey otorgó el mando
supremo del ejército a Reimund, quien se lo llevó de inmediato hacía el
suroeste; hacía Gromhildar. Su plan era asediar la ciudad y obligar a Magwyn a
tomar una decisión. O bien abandonar Fiorencia y regresar a casa para
atacarlos, o arriesgarse y seguir donde estaba, en cuyo caso Reimund podría
conquistar su capital y asestar un duro golpe a los elfos. Magwyn prefirió no
arriesgarse, así que, muy a su pesar, levantó el asedio de Fiorencia e impuso
la marcha forzada a sus tropas para regresar a casa.
La Batalla de Gromhildar
Corría
el verano del 2602 de la Segunda Edad cuando el ejército de Hildar, dirigido
por Magwyn, y el ejército de Sindoria, dirigido por Reimund, se enfrentaron en
la batalla de Gromhildar. Esta vez había un mayor equilibrio de tropas que en
la batalla de Fidrock. Ambos bandos poseían alrededor de 25.000 guerreros, pero
el ingenio y la astucia de Reimund fueron, una vez más, vitales.
Tras
permitir a las tropas de Magwyn situarse cerca de la ciudad, algo que había
provocado el enfado y las críticas de los demás nobles, ya que de ese modo el
rey elfo contaba con el apoyo de los soldados de Gromhildar, a parte de los que
llevaba con él, se situó en la orilla norte del río Brazo Sur, justo en una de
sus amplias curvaturas. De ese modo exponía sólo la vanguardia y uno de sus
flancos al ataque de los elfos, pero en caso de un ataque quedaba atrapado.
Al
ver aquello, Magwyn celebró la estupidez de los humanos y ordenó a sus tropas
el ataque total. La batalla de Fidrock había enseñado a los elfos que eran
superiores en el combate cuerpo a cuerpo, de modo que sólo tenían que atacar de
frente al enemigo y masacrarlos hasta el último hombre.
Sin
duda alguna el resultado habría sido aquel, si los sindorianos no contaran con
la astucia de Reimund. La noche anterior al ataque envió una tropa formada por
cuatro mil caballeros a esconderse en el bosque de Elodriel, ordenándoles
permanecer allí hasta que comenzase el ataque, y por la mañana envió a sus
mejores arqueros, cerca de tres mil hombres, a escalar los muros de la ciudad
con cuerdas y tomarla. Como era de esperar, Magwyn se había llevado hasta el
último soldado para atacar a los sindorianos, dejando sólo una pequeña
guarnición en la ciudad, que los arqueros aniquilaron sin problemas.
Al
día siguiente los elfos atacaron de frente y sin contenerse, rompiendo con sus
lanzas y espadas las filas del ejército de Sindoria. La victoria parecía
asegurada desde antes de que comenzara la batalla, pero los jinetes que había
escondido Reimund en el bosque acudieron hacía el mediodía y cargaron contra el
flanco izquierdo y la retaguardia de las tropas de Magwyn, causando estragos y
sembrando el caos entre sus filas. Furioso por no haber previsto ese movimiento
por parte del enemigo, el rey elfo ordenó a sus tropas retirarse hacia la
ciudad, para reagruparse, pero cuando llegaron al portón este no se abrió. En
cambio, tres millares de flechas llovieron sobre ellos desde las murallas, al
mismo tiempo que la infantería de Reimund los acorralaba. Casi 20.000 elfos
perecieron aquel día. Magwyn recibió una flecha en el costado, pero logró
escapar y huir hacia las montañas de Daelniar junto a poco más de cinco mil de
sus soldados.
El Primer rey Ribedwald
Con
la conquista de Gromhildar y el rey Magwyn huyendo, La Segunda Invasión de los Hildar había acabado tan sólo un año y
medio después de comenzar. Un gran alivio para los sindorianos que conocían su
historia y sabían que la primera había sido una contienda de casi veinte años.
Reimund
se convirtió tras la batalla, como era de esperar, en Reimund el Astuto, héroe del pueblo sindoriano. Aquello disgustó a
algunos nobles e impresionó a muchos otros, al reconocer la gran victoria que
había obtenido gracias a su plan. Como recompensa, el rey Magwyn otorgó el
feudo de la ciudad de Gromhildar y sus tierras a la casa Ribedwald, cuya
pequeña ciudad de Tisbury, a pesar de haber aumentado bastante en los últimos
años, se había quedado en un lugar demasiado modesto para ser el hogar de una
casa nobiliaria tan importante. Lo que había empezado siendo una simple familia
de mineros extractores de piedra, se había convertido trescientos años después
en una casa que estaba a la altura de los Sindar en cuanto a poder, fama y
riqueza. Aunque aquel no iba a ser el final de su ascenso, pues lo único que
competía con la astucia de Reimund, era su ambición, y lo que Reimund deseaba
realmente era el trono de Sindoria.
Cinco
años después, el estado de salud del rey Ainur seguía siendo precario, y puesto
que su esposa no lograba darle hijos, y sus hermanos habían muerto muchos años
atrás, Reimund vio la oportunidad perfecta para alcanzar su sueño. Sabía que si
el rey moría sin heredero, los nobles más influyentes afilarían sus cuchillos y
daría comienzo una guerra civil, así que dedicó todos sus esfuerzos para lograr
que el rey le nombrara su sucesor, y para atraer de su parte y ganarse la
confianza de aquellos nobles más poderosos que no le odiaban. Todo estaba
dispuesto. Tan sólo faltaba que la enfermedad del rey acabara con su vida de
una vez por todas, sin embargo, algo inesperado, casi milagroso, sucedió antes
de eso, pues la reino Margaery se quedó embarazada y dio a luz un hijo varón,
un heredero para el trono de Sindoria.
Ainur
logró sobrevivir dos años más antes de sucumbir a la enfermedad que le había
asolado toda su vida, y cuando lo hizo, su esposa se convirtió en reina regente
hasta que su hijo, al que habían llamado Bradock, alcanzase la edad para poder
gobernar. En ese momento Reimund volvió a utilizar su astucia, y con el
pretexto de ofrecer consuelo, apoyo y consejo a la reina, se acercó a ella.
Durante todo un año estuvo a su lado, aprovechando su juventud y su
vulnerabilidad para ganarse su confianza del mismo modo como se había ganado la
confianza de Ainur. Delante de otros nobles la aconsejaba en asuntos de estado,
pero en la intimidad le hablaba de toda clase de conspiraciones por parte de
algunos nobles para asesinar a su hijo y así arrebatarle el trono. El miedo
hizo que la reina sucumbiera a sus encantos y a la promesa de protegerla a ella
y a su hijo para que pudiera alcanzar la mayoría de edad y ser rey, de modo que
aceptó cuando Reimund le propuso matrimonio.
Convertido
en regente, Reimund volvía a estar muy cerca de alcanzar su sueño y ser rey.
Una vez más se armó de paciencia y esperó. Si Bradock era hijo de Ainur, había
una gran posibilidad de haber heredado su enfermedad, y tarde o temprano
acabaría sucumbiendo a ella, como había hecho su padre. Por desgracia para él
esperó y esperó, y el paso de los años no reveló enfermedad alguna en el cuerpo
de Bradock, así que decidió envenenar al pequeño Bradock. Tenía seis años
cuando, una mañana, su madre acudió a su lecho para despertarle y lo encontró
muerto, con el rostro rígido, pálido y los ojos morados.
Reimund
empleó de nuevo su astucia para crear una distracción, e hizo responsable de
aquello a un grupo de asesinos enviado por Magwyn, quien llevaba ya años
planeado su venganza contra los Sindar. De ese modo mató a dos pájaros de un
sólo tiro. Por un lado logró convertirse en el rey de Sindoria, y por el otro,
todos los nobles del reino acudieron con sus ejércitos a su llamada para
marchar hacia el suroeste y acabar de una vez por todas con los Hildar. Aunque
el ejército de Sindoria logró derrotar a los elfos de nuevo y quitarles el
castillo de Kale y las tierras situadas al noreste de Daelniar, no lograron
asesinar a Magwyn, quien huyó definitivamente a las profundidades del bosque de
Elodriel.
La nueva capital y el castillo de
Gromhildar
Como
primer rey de la dinastía Ribedwald, antes de morir Reimund trasladó la capital
del castillo de Sindor a Gromhildar, cambió el blasón de su casa por el de una
ciudadela plateada, e inició la construcción del magnífico castillo de
Gromhildar. Un castillo que no terminaría de construirse hasta cien años
después, durante el reinado de su bisnieto Reimund III.
El Tratado de Lumenor
Aunque
las derrotas sufridas por Magwyn habían enseñado a los elfos temer a los
humanos, a lo largo de los siglos siguientes hubo una serie de guerras muy
largas y sangrientas entre Sindoria y varios reinos elfos de Elodriel. Como la
Guerra de los Cedros (2806 S.E), La Guerra del Cenagal (2936 S.E), o las
guerras por las minas de Khru (3064 - 3193 S.E). No fue hasta el reinado de
Helghen Ribedwald el Pacificador, en el año 3306 de la Segunda Edad, cuando se
logró firmar una amnistía duradera, por parte de todas las razas habitantes de
Thaldorim (salvo los gigantes y los orcos, quienes aún no habían llegado para
establecerse en Khoradmar).
El
tratado se firmó en Lumenor, la ciudad de los serafines. Helghen logró que
acudieran los reyes de los reinos más importantes de Thaldorim, muchos
enfrentados entre sí, otros odiándose debido a largas disputas del pasado. A
pesar de ello los convenció con un discurso largo y emotivo de que debían dejar
de lado las viejas rencillas y aprender a vivir en paz y armonía. En muchos de
los documentos que hablan ese momento, sus autores describen a Helghen como alguien que es capaz de hipnotizar a los
demás con simples palabras. Sin duda el rey tuvo que emplear unas palabras
especiales para lograr convencer a todos los reyes de firmar una paz mundial.
Para
conmemorar su logro, Helghen mandó construir uno de los monumentos más
importantes que existen en Gromhildar; La
Fuente de la Concordia. Un monumento que situó en la plaza central de la
capital de Sindoria, y que consta de una fuente en cuyo interior están las
estatuas de dos hombres, una serafín, un elfo y una elfa, y dos enanos.
Aunque
el Tratado de Lumenor logró algo que no había existido jamás en la historia de
Erodhar, una paz total entre todos los reinos de Thaldorim, al cabo de los
años, tras la muerte de Helghen, las viejas rencillas regresaron y el Tratado
de Lumenor se acabó por romper.
La Guerra de los Titanes
Cuando
estalló la Guerra de los Titanes y se formó la Gran Alianza Nórdica para
derrotar a Valanor el Nigromante, en Sindoria reinaba uno de los reyes y héroes
más grandes que ha conocido este linaje, desde los tiempos de Declan y Reimund.
Ricardo Ribedwald era un hombre cortés, un líder nato, un guerrero diestro y un
gran estratega. Su arrojo en la batalla había traído gloria a Sindoria al
vencer a un ejército invasor de guerreros Sarr en la batalla de Vado Viejo.
Cuando los paladines del Martillo Celeste y Valorian le pidieron que se uniera
a la Gran Alianza Nórdica para luchar contra Valanor, no lo dudó ni un
instante. Aunque su reino no había sufrido aún la cólera del nigromante, sabía
que si no le detenían tarde o temprano Sindoria también acabaría sufriendo el
horror del brujo más oscuro de la historia.
El destino quiso que el último rey Ribedwald, al
igual que el primero, fuera un hombre cuyo nombre quedaría en las memorias. Tras
la muerte de Ricardo en la batalla de Lumenor, y el matrimonio de su hija
Arianna con el rey Valorian Nomenglaus, la unión de los reinos de Arnom y
Sindoria puso las bases de lo que más tarde se convertiría, en el concilio de
Alto Avlen, en El Reino Unido de Aldaeron, poniendo fin a un linaje de reyes
que había durado más de dos milenios.
Actualidad:
Familia
de LADY AYLEEN I DE RIBEDWALD, señora de la Provincia de Dunhold desde el año
1455 de la Tercera Edad.
—Su esposo, [LORD Almerón] de la
casa Ribedwald, fallecido a los cuarenta y dos años.
—Sus hijos:
—JAMES,
de quince años, es el heredero de Sindoria. Sirve al príncipe Varian como
escudero.
—EVA,
de catorce años.
—SIBILA, de once años.
—RENARD, de ocho años.
—Hermanos:
—[EDMUND], muerto en la batalla de Anghedor, en 1445,
a los treinta y un años.
—[BRANDON], muerto en la batalla de Anghedor, en
1445, a los veinticinco años.
—VARIAN, príncipe heredero al trono de Aldaeron, de
veintitrés años.
Árbol Genealógico
(1201 - 1457)
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